Sara Huete

Hay un abecedario, Sara. Y hay un vocabulario, Huete. En el primero las letras son pequeños
gigantes díscolos que juegan con las formas, los contornos, los paisajes, las huellas de las cosas.
En el segundo, hallamos historias que no se parecen a otras, palabras reinauguradas, territorios 
vírgenes pero reconocibles, planetas de lo íntimo y universos desprendidos con un último aliento
poético. Con Sara Huete, letras y palabras, uno se queda encerrado en su obra: ese juguete donde
la vida es azar, dardo, diana y cazadora. Sus obras tienen sentido y sentidos. Uno huele su legado,
su rastro, su querencia. Y también escucha sus sonidos, su música, sus canciones adheridas como
se pega la nostalgia entintada de recuerdos. Y cabe, en fin, ese tacto de la textura intemporal 
que da acceso a una civilización de papel, tijera y piedra, de voces que susurran y enunciados 
de vida. Su obra es una experiencia. No basta con mirar. Lo suyo es complicidad a granel presentada
en frascos. Uno se encuentra con Sara Huete y se deja seducir por esas construcciones cotidianas.
Sus ventanas sin instrucciones, siempre en femenino plural, nos muestran el mundo. Todo es claro
pero persiste el misterio. Las preguntas y respuestas conviven con coqueteo y levedad. Sara nos lleva
Ulises mujer a un viaje extra-ordinario. Ya somos asombro. Reciclados por una nueva conjugación
de objetos y tiempos, regresamos con la novedad del mundo en los ojos. Y, entonces, atrapados,
quedamos a merced de sus juguetes de algodón, dulce y tiempo. Un nuevo diccionario nos asiste:
en la voz de Sara Huete los pesos del mundo se balancean delicadamente.


Texto por Guillermo Balbona y fotografía por Belén de Benito


Han hablado sobre Sara

La aventura del saber. Boek Visual
No disparen al artista
Escaparé a Toronto
Síndrome coleccionista



Using Format